LA PALETA DEL NAHUEL HUAPI

¡Mira al Nahuel Huapi!
desprende del alma tus ojos...
Shompalué la superficie
con furia encrespa
cuando dolores, rotos,
al lago rompen la piel...
De loca pasión la enciende
en llamaradas azules, verdes,
acaricia con ternura las orillas,
a la amada Tierra hace el amor.
No enojes a Shompalué
que quiero al oleaje manso
sin turbulencias, niño mimado,
dedicarle los anillos de mi árbol
y en su cintura de nácar
mis manos de carne perder.
Me guiñan ojos las estrellas
la falda del cielo se mece
estampada en luciérnagas,
son ellas mis abuelos,
mi padre, mis amigos.
Cuando sonríen Nahuel sonríe.
Cuando lloran Nahuel llora.
Shompalué es amigo de las estrellas
y con el lago -con él concebido-
con él una aurora, juntos,
su largo viaje detendrán.

***






RUEGO A ZUPAY


Zupay, padre
que trajiste ofidios y batracios
a la cuna del planeta
y con arrullos su sueño velaste...
Zupay, padre
que a las serpientes preferiste
en aquella cruel batalla,
que por celo a tu amor nos llevó,
y en sus cadencias trepaste
arrastrándote con ellos.
Les regalaste magia, cataclismos,
para que al fin nos vencieran...
Héme aquí: tal tu castigo fue,
en la oscuridad de la caverna
dueño de la gota mísera
que en la piedra a veces, cae.
Libérame padre Zupay.
El viajero suplica permiso al sapo
que espera hace siglos que las aguas
la tierra invadan y de la cárcel
allá en la montaña lo arranquen.
El viajero sediento la piel reseca,
boca cuarteada talón rajado,
de rodillas ante el monstruo
con él comparte el ruego a Zupay.
Pero Zupay ya le condenó:
nadie su amor disputa
ni su amor es botín de guerra.

***

EN NOMBRE DE LA MADRE

¡Ingrato!, a Viracocha has desafiado,
impune tu maldad no quedará
yo, en nombre de la madre
al hijo daré castigo.
Perdiste las cabras y has mentido
por no gustarte el trabajo y jugar,
le dices a ella que aún no engordan.
La madre, papas y maíz cocido
para el hijo en la mesa viste,
para el hijo que su hambre, asegura,
con tales bocados no se sacía.
Las cabras, insiste, aún no engordan,
la madre llora necesita un animal.
Por amor al hijo
del brazo una tira de carne
al fuego hirviente cocina.
Y aún tiene hambre...
Ciego ante la sangre que del sagrado brazo
al vientre que alguna vez fue su morada
baña tibiamente en roja corriente.
Por eso yo, Viracocha,
de las alturas dios supremo,
te condeno y tan rojo como la sangre
soplará el viento como ejemplo.
Y el dios al hombre
al precipicio arrastró;
en las rocas del fondo
la furia divina a la piedra
de rojo ha teñido.
El viento enardecido
los campos hace temblar,
enredando la roja cabellera
va y viene Huiracocha
buscando muchachos
malos, desobedientes, injustos,
que a sus madres desangren.

***






DOS SILUETAS DE PLATA

Siempre en la misma roca
a orillas del lago hermoso,
dos macá plateados
contemplan al mundo
y en el mundo siguen,
por la bondad de Shompalué.
Que tan grande vio su amor.
Que tan grande fue su pena.
Que tan pequeños los enemigos
que al amor quisieron asesinar.
Que les salvó quitándoles los pies
y en su lugar les puso alas.
Shompalué regala otro atardecer,
paleta de colores piel del lago:
dos macá plateados
recuerdan lo que eran
y que hubieran sido si al amor
la renuncia el dios hubiese permitido.
Antes de la noche volarán,
¡otra vez volarán!;
para el indio hacia lo desconocido
para ellos, aves errantes,
hacia su nuevo punto de luz
donde pájaro fruto o flor
el amor siempre pueden vivir
y la forma es un accesorio,
porque amar es volcán de sentimientos.
No cabe en rectángulos o círculos,
alas, branquias ni razón.
Maitén y Collán en la costa
en el lugar donde el hombre
al pájaro dio paso,
por bendición del buen dios:
sus piquitos juntos,
el mismo horizonte admiran
escenario del amor fiel
que entre la luna y el sol perdura.

***







LA LAGUNA ENCANTADA

Chulpán ruega a los dioses
que la ayuden a cumplir su venganza.
Una cacica nada debe perdonar.
Enamorada de Cantimpán estaba.
Todavía lo está a pesar del rencor.
Cantimpán ha huido
de mano de la bella Elcha,
huyeron a la selva
entre ellos boda no quieren
sus padres, los dioses, la aldea.
Cantimpán y Elcha viven su amor,
fresco, vital, nuevecito.
Chulpán se ha convertido en lechuza
y a Elcha se le aparece de golpe,
cuando el espejo de la laguna
su bello rostro devolvía plácido.
Elcha se petrifica y estatua se vuelve.
Cantimpán no puede
sufrir un amor de muertes,
sus manos, sus ojos,
inmóvil el corazón de su amada.
A la laguna su cuerpo arroja
-¿para qué sirve ahora?-
y deja que el agua
se lo ahogue sin prisas...
Elcha en la estatua encerrada,
condenada a la eternidad
para ser custodia de su espejo,
se esfuerza, contornea, sacude,
derrite sus venas de arena
y en la laguna se rompen
las arterias de piedra...
Resbalan, recorren,
hasta encontrar a Cantimpán
en el fondo, esperándola.
Arriba, Culpan,
sigue siendo una lechuza,
ante la que todos huyen...
Roedores será su alimento,
por siempre ,en las cuevas
de soles prohibidos...
Asomando su maldita presencia
en oscuras noches fúnebres.

***






EL LETANETÁ DE LOS DIOSES

La sombra del urunday
oídos tiene y muy finos:
escucha los secretos amorosos
que la princesa toba
al indio mataco confiesa.
Calla el urunday
sabe que cosa prohibida es
la unión de matacos y tobas.
El urunday sabe
que los chacas(*) en los tobillos:
plumas de avestruz, fibras de chaguar,
semillas y piedras,
no podrán esta vez
protegerlos del mal.
Peleando por tierras,
un día cautiva
de los matacos en la tribu
se quedó la joven.
Las viejas el chisme
por los toldos pasean,
hasta que de la tribu
el Consejo se reúne,
medita, juzga, dicta sentencia.
Esa será
sacrificar la pareja
y al Bermejo arrojar
sus rojos corazones.
La tradición de la tribu
nadie puede romperla
sin pagar castigo.
El brujo a los jóvenes
el corazón arranca,
un segundo al sol brillan...
Allá: detrás de los barrancos
en las aguas turbulentas
*-amuletos para protegerse de espíritus malignos
dos corazones palpitan.
Pasan los días.
La tribu tiembla...
¡en el mismo lugar
dos corazones flotan!,
a la espalda el río rojizo corre...
Han desafiado la correntada,
la han derrotado en fiero combate,
el amor ha sido más fuerte,
juntos y frescos,
allí, al brujo desconciertan.
Los dioses han dicho no
al sacrificio impuesto.
Pestes, sequías, hambre
a la tribu vendrán.
Del agua los corazones
han sacado y quemado,
la burla a la tradición
de este modo se vengará.
Ahora sí...
Los brujos piensan...
¿Habrán los vientos
esparcidos las cenizas
por los caminos de tierra?
Los dioses no aceptan
del sacrificio la ofrenda.
¿Acaso el amor
no era supremo don?
Las cenizas se han hecho
de flores rojas un manojo,
de corazones un árbol,
de dos en dos salpican
el tronco, las ramas, los tallos
repletos de abundante savia...
La muerte al amor no pudo matarlo,
por eso los dioses
a los corazones de cenizas grises,
raíces de letanetá los germinaron
en las entrañas de la tierra
oscuras fértiles húmedas.
Para siempre al amor donaron,
un corazón tobaco,
un corazón mataco,
fundando una nueva alianza
entre los pueblos vecinos.

***







CASTIGO EJEMPLAR


-¡Crespín! ¡Crespín!
Crespín... ¿Dónde estás?
¿No te basta verme vagar
por las extensiones áridas?
Muerta en vida
tu dulce nombre invocando...
Crespín, en medio del baile
con un amigo en lucha
te batiste y malherido saliste.
Yo bailaba felizmente
por eso dije:
-ya habrá tiempo para curarlo.
Y ,luego seguí bailando,
¡qué mala fui!.
Ante tu amor,
mi risa; la fiesta no se detuvo.
Al confesar tu muerte el emisario:
“ya habrá tiempo para llorar”
¡esa maldad mi boca llegó a decir!.
Y fui a buscarte y ya no estabas,
vago en la selva ¡tenme piedad!.
Sólo tu nombre van repitiendo
los verdes trigales que ante mis gritos
sus delgados tallos hieren
para yacer inclinados al árido suelo.
¡Crespín, Crespín! te llamo
y no me escuchas y no contestas.
Ya ves: me han brotado alas,
por piedad o castigo, no lo sé,
los dioses y sus designios
a veces el hombre no comprende.
¡Crespín, Crespín! cansada estoy
de oír mi propio canto triste
y descubrir en las miradas
lástima por este destino
-recorrer llorando la tierra gris-,
que una noche de baile y fiesta
por mi desprecio me lo gané.

***










DESTINO: EL MÁS ALLÁ

Al pie de la araucaria
el indio llora su cruel destino.
Al país de las sombras
el hechicero envió a su amada.
Un conjuro maldito bastó.
Sus ojos pardos se cerraron
escondiendo pálidos lagos.
Cuando muere la esposa
con ella el esposo debe partir,buscar la muerte,
acompañarla,mudarse juntos a tierra de los muertos.
El indio bravo era:
luchaba con fieras y las vencía,
luchaba con hombres y los vencía...
Hasta las mujeres
para el esposo muerto
la muerte obtienen.
-¡Cobarde!-, se repetía,
¡una y mil veces vil cobarde!.
Él sólo su llanto amargo
a la raíz del árbol puede donar.
Debajo de la sombra
el cadáver de la mujer descansa,
del cansancio, la tristeza, la maldad.
Debajo de la sombrael alma de la mujer solloza,
de soledad, de miedo y frío.
¡Dioses, dadme la muerte,
se los suplico!
Caza daré, para vosotros,
al animal más fiero,tributos, ofrendas,¡mi vida!.
De rodillas el indio gimese arrastra, sus cabellos
a los vientos va soltando.
Noches enteras. Auroras claras.
De rodillas un indio gime.
¡Dioses, dadme la muerte,
se los suplico!.
Y uno de ellos por piedad
el alma de la mujer envía,blanca silueta de nieve...Un esposo pide perdón
y camina detrás del alma
los dioses lo han permitido.
Retumban graves los truenos,
alumbran relámpagos de plata.
Un alma y un indio trepan montañas.
Él con los pies en la tierra...
Ella con los ojos en el cielo...
Los desfiladeros van atravesando
un alma y un indio
rumbo al más allá...
Ella está muerta.
Él está vivo.
Estrechas miradas naufragan
en un ancho mar de silencios.
Tres canoas los llevarán:
son las que guían
a los muertos a morada nueva.
El anciano al alma recrimina:
hace días debió llegar.
El olor a vida que el indio destila
al anciano el estómago retuerce.
Cuentan la verdad,
un temporal de furiaen la voz,
los gestos, las manos el anciano desata,
¿un vivo en el reino de los muertos?.
¡Los dioses no lo perdonarán!.
Purificarlo deberá:
al indio con paciencia extirpa
las muchas miserias humanas
que nomás se mueve, desparrama,
que al alma han contaminado.
En la laguna mojados abrazosle envuelven,
lavan,limpian, enjuagan. Sanan.
Sin comidas. Sin bebidas.
Al más allá, puro, se va.
Cumplida luego la cuarentena,
sin darse cuenta el indio,
el premio ha recibido:
la muerte ahogada de palabras,
sin siquiera despertarlo,ha llegado sabia y serena.
En la canoa van tres seres,
tres almas luminosas
por el lago mortal
las siluetas encendiendo.
El más allá de abrazos
en su lejanía los aguarda.
En el pie de la araucaria
un indio inmóvil está,
sus lágrimas, hoy, de savia,
comienzan entre suspiros
largos viajes de verdes senderos.
La paz puentes tiende.
Un indio tiene los ojosen el suelo fijos,
endurecidos,
en aquellas raícesque se volvieron cielo:
pasaporte al infinito
en la oficina de los dioses
sentencia autorizada.



CANTO A LA PACHAMAMA


Madre del universo,
del mundo, el tiempo,
y todos los lugares
en tí, estoy, estamos.
Fuimos, vinimos...
Iremos y vendremos...
Curas dolores,
nos regalas estaciones
templadas, frías, calientes...
Lo fecundas todo:
te vuelves espiga,
pimpollo, fruto...
Comida cocida
en la olla de barro he enterrado
-que tus entrañas alimenten
terrones y negras raíces-,
coca, yicta, alcohol, y vino
para vos Pachamama
en tu seno derramo,
cigarros y chicha,
las llamas lana me regalan
por ello cordones de hilo
blancos y negros llevo atados
en tobillos, muñecas y cuello.
No me abandones, no me castigues,
dale a mis hijos frutos maduros,
agua fresca, tiempo bueno,
madre Tierra que todo engendras.
De ti nacimos, en ti morimos.
No me abandones, no me castigues
mi muerte deja florecer mañana
que rosa de mayo un día quiero ser.
Pachamama, rosita de mayo,
¡no lo olvides!, déjame ser...

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CONOCE EL DESTINO