LABERINTOS AZTECAS
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CADA AURORA EN GUERRA

Coaticlue, diosa de la Tierra,
madre de la Luna y las estrellas
en la sierra su penitencia cumple.
Barriendo un día, muy esmerada,
hasta ella una liviana pluma
en suave vuelo desciende
y en el suelo el viaje sutil detiene.
En su seno a la extranjera
Coatlicue esconde con amor.
Cuando quiso tomarla
ya no estaba
y embarazada se sintió
de aquel que siendo dios
podía y hacía lo que quería...
Cuando lo supo la luna
a las estrellas incitó
a matar a su madre.
Llora Coatlicue, llora...
Desde el seno
dulce murmullo le habla.
Son sus palabrascascabeles de plata.
Las estrellas, la luna
comienzan a armarse.
En el momento del sacrificio
nace Huitzilopochtli.
¡Al mundo llega armado!,
con la serpiente de fuego
a la luna despedazó
matando a muchas estrellas.
Por los aires volabande calor derretidas.
Así morían las estrellasque de celos ante el hermanono deseado,
siempre odiado,cayendo derrotadas,dando tumbos,
por aquel que nació armado.
Por eso cada día
cuando nace el sol,
joven guerrero,
el águila ojos de turquesa,
que las entrañas de Coatlicue
al universo parieron,
serpiente llamarada
nuevo combate comienza
con su hermana luna
y el rayo solar,
la obliga a huir
para a los hombres
otro día regalar.
***

¡FRENAD LA SANGRE!

¡Oh, Coatlicue, tú que has parido dioses,
señora de la falda de serpientes,
oh, tú que hombres o dioses les amamantaste!.
Tu pecho collar de manos y corazones resguarda.
Madre protectora de la tierra mía,
a tí acudo de rodillas, ¡vedme aquí!.
Como madre, de una madre el dolor conoces...
Mi hijo, mi niño bonito, el más dulce,
el que para ti las más ricas telas pinta,
¡a él han elegido para llevarlo al monte!.
No reniego, madre grandiosa, de atlcahualo(*),
no alcanzan los cautivos-juró El Tlaotani-...


¡De nuestra sangre, madre, le ha escogido!
Dicen que es buen símbolo su llanto,
que mucho lloverá, entonces,
finamente ataviado con su corazón
dando fuertes golpes en la litera
camino a las sagradas rocas del monte va...
¡Rumbo al martirio mi hijo va
coronado por delicadas pedrerías!
¡Es un niño! Altar y tumba le esperan
en la edad de los juegos, madre,
Ha hecho una canoa, madre,
para pasear aztecas bonitas
bajo las lunas de Tenochtitlán...
Pero no entonará canciones
ni rondará flores de nopal...


¡Honra y sangre claman
Tlaloques, Chalchiuhtilicue y Quetzalcóatl
en la soberbia de los quequetzalcoa! (**)...
Sus cabellos no pueden peinarse,
empachados de sangre humana
en rojos abrazos se pegan...
¡Coatlicue!
¡Frenad el cauce de sangre!
¡Frenad el cauce de lágrimas!

Serpiente Emplumada no quería
más sacrificios no quería,
por eso el Gran Lago se lo llevó...
¡Ah, si él regresara ahora mismo!...

Ay, mi niño va llorando
la lluvia que la tierra vomite
no será, madre, su perlado llanto.
¿Por qué quieren arrancar
de su corazoncito la blanca atl(***)?
¡Devuélvemelo, Coatlicue!.
¡Niega a tu hijo este indigno placer!Si es tan dulce el néctar, el agua,
la savia del tallo, el jugo del fruto.

¿Por qué “el que hace brotar”
con torrentes de sangre inocente
los hondos cauces de rojo tiñe?
¡Romperán sus palos las alcancías
con sangre o sin sangre, madre!...


¡Ay, cómo llora el niño!
¡Ay, que el niño sigue llorando!






Los sacerdotes, noches negras en los tilmantlis(****)llevan...
Las vuelcan en las aguas, oscuras y amargas, con un fatal tajo de obsidiana...
El corazón dan a los dioses que en casta de privilegio les alimentan...
Lloran los cielos al rato, no de agradecimiento,
lloran de llanto doloroso,
porque son sabios: tanta muerte acabará matándolos...


***
*-mes en que los aztecas honraban las divinidades pluviales
**- sacerdotes principales
***-agua
****-mantos







PORFIADA MUERTE

“... y aquel lugar es para todos y es muy ancho”...
(Fray Bernardino de Sahagún)
Demasiados intentos, mujer...

*-negra indumentaria de los sacerdotes


De enfermedad tu marido morirá...
El horóscopo lo confirmaba...
He quitado la saeta encantada del cuerpo,
de las ciénagas profundas los dioses
una piedra muy mala le enviaron.
Alas de cuauhtli(*), cabellos, tabaco,
conchas, semillas y tallos, nada le sana...
El oloiuhqui(**) no le hace hablar, mujer,
mis hierbas, maderas y raíces le despiden...
A-toch-ietl(***) ha inhalado. No veo su piedra...
Hemos hundido filos de obsidiana,
recorrido una a una sus vértebras...
Él sabe, que no puede detener a la muerte...
Ya nos abandonará: rechinan sus dientes,
balbucea palabras que nada dicen...
Madera de pino macerada en agua
¡esa es! ungiré su pecho, huesos de lobo
para punzar su piel...
El brujo echa humo fumando,
al cuerpo del muerto la nube gris envuelve,
en la boca el verde jade sonríe apaga el corazón.
La india bien lavaditas las ropas le pone,
le da vueltas en telas, lo sienta,
las rodillas al mentón pega,
*-águila
**-narcótico de la familia de la belladona
***-planta que se inhalaba
al flamante fardo tantas cuerdas alrededor
le hilvanan la nueva muerte...
“¿A dónde podré ir?
¿A dónde podré ir?”
el pobre muerto envuelto
se pregunta en la funeraria micacuicatl(*)...
Su abrazo el Mictlan le tiende,
en bandeja de estrellas el descanso le ofrece,
al mágico desafiador que triunfe
sobre los Señores que la muerte trajeron...

***







MICTLAN

El alma del muerto por enfermedad tiembla,
no le salvan honores, dineros, de su destino...
Sus cuerpos, dolientes de amuletos cubren.
El Mictlan es igual para todos:
el Chignahauapan, caudaloso río,
aguarda al alma y al perro bermejo.
*-canción funeraria

Allí donde las montañas se juntan,
entre ellas, el alma, debe pasar,
desafiando el peligroso filo de obsidiana
que la tercer montaña toda filo es...
Finas navajas que el viento helado
De obsidiana talla paralas almas en vuelo herir,
Cuarto paso de peligros.
Y más pruebas, banderas, flechas,
fieras hambrientas de corazones
darán paso a los estrechos entre piedras...
Chignauhmictlan: noveno puente mágico,
los dioses cobran sus apuestas
según por el infierno, el cielo,
al alma hayan apostadogranos de cacao,
de quetzal bellas plumas...
***











SI QUIERES IR A LA CASA DEL SOL...


Deberás morir como guerrero,
si quieres ir a la Casa del Sol...
Combatir por los dioses,
recoger tributos para nuestro Rey,
honrar la casta de sacerdotes;
matando a muchos, a muchos...
Sí, manejar el maquahuitl(*),
las mazas, el hacha de guerra,
tlautollis(**), flechas y mitl(***),
con destreza luchar...
Si quieres ir a la casa del Sol...
Sí, azteca, la yaoyotl(****) sagrada
nos llevará al Sol,
con él viviremos en su paraíso.
Desde que camina el mundo
debemos capturar prisioneros
cosecha fértil de rojos corazones
desea el Hechicero Pájaro Mosca...
*-espada corta de madera con dientes de obsidiana
**-arco
***-jabalina
****-guerra

Al poder, al imperio, la vida
los muertos aumentan.
¡Caballeros Águilas,
caballeros Jaguar,
oh, Señor de la Guerra
que luces del quetzal las plumas,
Huitzilopochtli a la guerra llama!.
Sonaremos caracolas y pitos de hueso,
aullaremos como manadas de lobos
sedientas de sangre en la noche,
nuestras espadas, madera y obsidiana,
en el enemigo clavaremos,
la rendiciones llegarán pronto...
Si quieres ir a la Casa del Sol...
Moriremos en la guerra,
hoy no, quizás mañana,
entonces, directo al sol iremos
-así lo aseguran los quequetzalcoa,
así está escrito en nuestros libros-,
con el Sol tendremos deleites,
continuos serán los placeres,
beberemos el zumo de todas
las hermosas flores y los dulces frutos,
jamás tendremos tristeza o dolor,
¡qué muerte bella la del guerrero!.
Si quieres ir a la Casa del Sol...
Y, luego, de cuatro años vividos
en los jardines de Tonatiuhichan
nuestras almas por fin
colibríes serán, y otras aves.
Vendremos a la tierra,
de néctar alimentaremos
los delicados nuevos cuerpos.
Nadaremos en el cielo
sobre corazones de flores.
Con la guerra el Sol
Seguirá brillando en lo alto,con la guerra a nuestra vida
¡jamás hombre alguno pondrá fin!.

***













EMPERADOR DE LA SOLEDAD

¡Qué estado terrible el de la soledad!
No está Huitzilopochtli, mi madre Coatlicue,
Xipe de mi piel no hizo primaveras...
No están mis dioses, tampoco hay otros...
Un silencio envuelve “al que habla”.
¿A quién rinden tributo las trescientas
y tantas ciudades que a mi poder se rindieron?
Vasallos de mi honor, antepasados,
sabiduría, coraje.
Mis fieles guerreros, la Casa del Sol,
¿dónde están?, ¿dónde está el suelo
que los hombres a mi paso besaban?
Mis enanos, mis bufones...
Los millares de esclavos,
mis ajorcas de oro, las esmeraldas.
El humo, el tabaco en los dorados tubos...
¿Dónde mis centenas de mujeres?
Todas las fiestas, monumentos,la bella Tenochtitlán de canoas,
acequias, chinampas y música.
Grande fue mi reino, ¡extraordinario!.


De mis quetzales, mis joyas
sus brillos recuerdo.
¡Y mis manjares! Tantos muertos
tantos corazones de guerreros ofrecidos,
y héme aquí, prisionero del espacio.
Tiempo.Temor.Soledad.
Quiénes por mí la vida daban
el vacío inerte me han legado.
Héme aquí derrotado, viendo los hombres
que un día por teules(*) tomé, viéndolo todo
más solo, inmensamente solo.
Del templo, mis calendarios, nada ha quedado...
Los negros tilmantlis de los sacerdotes
oscurecen más esta noche eterna...
Me persiguen, me condenan,
mi estupidez y mi ignorancia coronaron.
He sido un monarca vencido
por vanos sacerdotes, por inútiles ritos...
Mi carne agujas de maguey perforaron,
echó una y otra vez taxcaltiliztli,(**)
todo y todos al radiante Sol dí,
en cambio, él en las tinieblas
al más grande monarca ha sumergido.
*-dioses
**-sangre

SALIDA DEL LABERINTO

Un azteca, un guaraní,
el inca, el maya,
y tantos otros
que ya no están...
Todos los indígenas,
los que nos quedan
donde estén y quiénes sean
de la mano tomados van.
Huérfanos de dioses,
plegarias, luces y derechos.
-¡Son indígenas y basta!-
dicen, basta para
usurparlos,desarmarlos,romperlos.
Sus tierras quitan.
Sus genes manipulan.
¿Qué vale un indio?
¡pregonan sin vergüenza
aquellos que vergüenza no conocen!.
Malos. Buenos.
Como los blancos son.
Antes de la rueda,
la pólvora, el ordenador,
ya estaban,
con sus oraciones,
yuyitos y supersticiones.
Ya estaban cuidándonos la tierra.
Un mundo nos dieron.
¡El que vamos quitándole!.
¿Qué tal si los vemos
como joya carísima en extinción?
¿Qué tal si los vemos
con los ojos
que a nuestros hijos
en cálida mirada sumergimos?
¿Qué tal si con ellos
compartimos nuestras buenas horas?
¡Tantas veces esclavos!
de sus jefes, reyes,
caciques, sacerdotes, leyes...
que en el blanco abusador
no encuentran diferencia.
Por los indígenas sometidos
a los suyos, y, a los otros,
perdidos en idénticos laberintos
los seres del universo vamos,
pasado presente futuro
en la misma pendiente resbalando.
Cambiando accesorios
manteniendo el mismo escenario
que a la historia le impide
mudarse con ropas nuevas.
Seguimos combatiendo, juzgando,
Torturando.
Los dioses están ahí:
en el castigo, la sentencia, la gracia.
Siguen convirtiéndonos día a día,
en monstruos, ángeles,
objetos
que del ánima el aliento tienen.
¡Y estamos ciegos!, no lo vemos...
Quizá un indígena pudiera
del misterio, la niebla, el humo,
correr el velo para juntos
todos los hombres del mundo
¡de una vez y para siempre!
al hombre por hermano
-en el mismo hogar paridos-
adorar, respetar, conservar.














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CONOCE EL DESTINO