DEL JADE Y LA OBSIDIANA
14:14 | Author:







AMÉRICA, NUESTRA...
JACQUELINE DÁRDANO
Jade: belleza, poder, dinero, juventud eterna, riquezas... Todo aquello que el hombre ansía tener sin calmar jamás su hambre material. De jade la piel, la joya, pasiones, honores y nombres que se venden o compran como objetos de promoción en vulgares mercados...
De obsidiana la escalera para trepar tan alto hasta tocar del jade la pulida superficie. Salvajes peldaños de guerra, armas, mentiras, traiciones.
Mis manos, los pies, las palabras, los instrumentos... La espada, el misil, filo de navajas: obsidiana.
Entre el medio y el fin, jade y obsidiana, va el hombre inmensamente solo, confundido y lastimado, perdido en el laberinto de la identidad, las máscaras, los caminos... Tabúes, dogmas, incertidumbres.
Máscaras, decretos, órdenes...
Jugando a la ruleta rusa con sus pasos.
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LABERINTOS GUARANÍES
16:48 | Author:


DE SIRENA CAUTIVO

Aguita evaporada, paso de niebla,
amor húmedo te hiciste,
de gotas, de nube, de rocío...
¿Por qué Sirena al arco iris
tu bello cuerpo montaste,
y, sobre el lomo multicolor
tu suave piel escamosa borraste?

Dos piedras, un fuego,
el rostro quiso iluminar
el hombre que la sirena
de las orillas recogió.

Desvanecida huiste,
del sueño desperté,
-letargo dulce en la noche,
caracolas, estrellas de mar,
amante que el remanso trajo
en los brazos de Yhaguy (*).
¿Por qué a Kavare has devuelto
a la tierra oscura,
mujer hecha de agua?
Cautivo de tu prisión,
¡así quería!. Caminos de cristal,
hipocampos en blancos puentes,
peces brillantes por la eternidad,
danzando sobre las olas,
en las arenas de las playas.
¡Míralo ahora al indio!
pobrecito... enamorado...
perdida su estrella,
arrepentido de un pedido
al sol haber pronunciado:
que tus ojos, nada más, un día,
una vez, nada más,
sus barrancas esmeraldas reflejaran.
*-río paraguayo

EL HOMBRE DE MAÍZ

La sequía mató al agua, los peces...
A la hierba, los animales
matándolos iba en largas agonías.
Los cazadores, sus familias,
están hambrientos cansados sedientos.
Avati y Ñegave ofrecen sus vidas.
¡por un poco de agua sus vidas!
Las vidas Avati y Ñegave...
Dar fin a sus vidas
para que la vida comience.
Un emisario de Dios al hombre busca
que la vida por otros dé,
del cuerpo sacrificado vendrán alimentos
¡promesa de Tupa!.
Ñegave llorando despide al amigo.
Ñegave llorando entierra al amigo
abriéndole puertas a muerte y vida.
Mojan sus lágrimas la tierra
-antes fértil de cultivos encinta-
la tumba, el cuerpo, el pasado...
¡Y brota de la tierra divina promesa!.
La planta creció, floreció, dio frutos...
¡Dio frutos, floreció, creció la planta!.
La llamaron maíz, raíz del hombre.
El hombre, savia por sangre,
tallo por huesos, mazorca por cuerpo...
Los granos del maíz sus ojos...
Maíz germinado por un milagro:
la existencia de un hombre bueno
que por otros su vida dio.
Tallo tronco savia
del hombre del hombre
mazorcas verdes y maduras...
maíz maíz del hombre la raíz.

***
LA ESPERA ETERNA

El padre ama la vida
porque una hija le ha dado, dejado,
y ella es de la vida del árbol dulce fruto,
del cielo: el sol, la luna...
del río: caracolas y guijarros...
Anda enamorada, tan enamorada
que con su hombre partirá,
mañana, para todas las mañanas.
Con su hombre la niña
de la mano por los caminos va
oliendo los ramos del tajy...
Destejidos nuevos sensuales...
Las lejanías el delicado talle
absorben minuto a minuto.
Se va aquella: la hija, amiga, compañera.
No podrá seguirla.
Sus frágiles huesos contienen senderos
por el tiempo, el invierno, borrados.
Feliz en la promesa, inmerso,
-ella ha jurado con vehemencia-
“volveré, padre, volveré,
aferra tu oído al camino,
mis pasos un día devolverá...”
Atardeceres y amaneceres
desgraciados relojes contemplan,
el anciano su oreja pega al suelo,
su débil cuerpo extendido
sobre las rocas estériles,
para escuchar sus pasos,
desde lejos, escuchar mágico sonido.
¿Cuántas lunas desde que en sus labios
la promesa floreció?
¿Cuántos soles van marchitando
aquellas dulces palabras?
¿Cuántas estrellas en los ríos
sus cabellos de nácar peinaron?
Tantas como pequeñas hojillas
tiemblan en el rosedal...
El anciano no puede levantarse.
Su cuerpo derrama al piso
montoncitos de cariño,
y la oreja va echando buenas raíces...
¡No trae la montaña
los cascabeles risueños de la niña!.
Y sin sus pasos y sin sus risas
la muerte al padre lo sorprende,
le han retirado manos ajenas
de la tierra, los huesos, las manos,
la mirada, los pies...
¡Más no a su oreja!
- aún espera que la montaña
baje pasos de muñeca -.
En la tierra sembrada se multiplica
por manos invisibles regada,
¡le nacen ramas, le nacen hojas!...
Y, muchas orejas, secas, negras,
salpican su copa de lunares oscuros.
Crece majestuoso el timbó
por las nuevas lágrimas nutrido,
esas, que desde el más allá
un padre estrenando lluvias
a la tierra envía,
resquebrajadas siluetas de nube.
Porque aún no deja de llorar...

***



ENTRE INFIERNOS Y PARAÍSOS


Tupa y Arasy, buenos padres,
-entre derechos y deberes el equilibrio-
eligen a la Tierra como refugio
para sus retoños futuros.
Vuelan hasta descender
en ella, henchidos de luz.
A los dioses que blancas plantas
apoyan del pie sobre las arenas
caracolas regalan al nuevo hogar
ventanas de mares turquesas,
y a los mares cortinas de peces...
A los aires aves,
a la tierra animales
y de flores, frutos, plantas
ricos atavíos fabricaron.
Savia, sangre y aliento...
Corren, caminan, vuelan,
nadan, se arrastran...
Tupa dos figuras
a imagen de él y su amada
ha moldeado, y, ahora
sopla y el soplo vida es.
¡Agua y arcilla en pie!
El agua y la arcilla
caminan, hablan, miran...
Rupave al hombre llama:
padre de los americanos
y le cuenta del bien y el mal.
El bien es Angatupyry
y es espíritu del mal Tau.
Semillas de mbojaka (*)
al hombre primero entrega.
Arasy, a la mujer llama
*-cocotero

Sypave y frutos de arasa (*)
en las manos dulce ofrenda.
Que cuiden las cosas
que nacen, crecen y mueren,
que tengan valores,
que hagan el bien,
los buenos dioses ruegan.
Luego, parten al infinito
dejando a sus pies
la piel oscura florecida y madura,
las orillas henchidas,
el agua y la arcilla embriagadas
de vida, voluntad y amor.
Los hijos de Sypave y Rupave
calzan sus pies de hierbas
y florecen y se hacen ríos...
Tume Arandu, el primero,
ama de la naturaleza los secretos,
del verde, la lluvia, del ocaso...
Marangatu es virtuoso de la bondad,
solidario, da como el bueno:
sin aguardar recompensas.
Japeusa no encuentra a su vida destino;
en ella flota, navío sin timón.
Guarasyáva es la bella nadadora de las aguas.
Alma de sirena, corona de nenúfares,
ramos de camalotes, ojos de caracol.
Nunca descansa Tupinamba,
*-guayabo
recorre valles, cerros, horizontes...
Yraséma es demasiado reposada,
vive abrazada a una guitarra,
arrullando en cantos a la tribu.
La belleza en Porasy encarna
el más bello pimpollo de Areguá.



***



De tantos cantares entonados
a la niña de la guitarra
la garganta de notas se hincha.
Hierve su frente de uva madura,
el calor la asfixia, le roba aires.
Japeusa va por hierbas,
las que su madre
ha encargado, entristecida...
Naranjas agrias recoge,
las más amargas, ortigas,
hojas de ka’tai...
Con ellas, fatal brebaje
a su hermana prepara y da.
Como la flor en silencio
la niña expira cual el canto
sereno al remanso su andar detiene.
Vuela con el gua’a que un día
Jahari le regalara, nota herida,
de trinos los cielos engalanan.
En Areguá la muerte
asiste al debut triunfal,
en la negra sala los temores
su actuación magistral provocan,
inundada la tribu de un llanto ronco
recorre el lamentable libreto.
Un hermano a su hermana
-como injusto con el justo-
la muerte por dulces melodías
en desigual trato le ha pago.
Frutas, flores, aves,
-incrédulos los del pueblo-
sobre el cuerpo depositan,
más no despierta el canto
la nota el verbo el instrumento...
Ni la vida. Ni el susurro.
Tume Arandu tranquiliza,
dice que volverá a vivir:
se mezclarán sus despojos
a la tierra porque es viva
la tierra y el agua y el aire.
A la muerte le perfuman
una porfiada podredumbre,
que resucitando los aromas enmudece.
En la urna de barro
el cuerpo se guarda,
el cántaro los cantos encierra,
bajo el guayabal dormirá.
De tierra, manos la cubren.
De cielo, ángeles la esperan.
Y mientras le cantan,
van despidiéndola a coro,
el primer acto de maldad les asusta,
como el leño que en la hoguera arde.



***


Kerana, hija de Marangatu
de sus tías la belleza hereda,
joven codiciada de la tribu.
Duerme Kerana, papaya jugosa,
pestaña de verano, lunar de sombrilla.
Duerme Kerana: el mal la asecha.
Tau, su asqueroso cuerpo
en el de un apuesto joven convierte
y, de la flauta mágica
acordes angelicales arranca y derrocha.
El monstruo tiene la sonrisa bella.
La niña celeste guarda en los ojos.
Hechizo de música y sonrisas.
Placer que promete,
promesa de insomnio.
Extasiada, el joven es obsesión.
Se va y vuelve, la enamora,
le coce en la piel magia de letras.
Angatupyry observa.
Y, en los sueños la máscara
del hermoso rostro despega.
Tau escucha la revelación
de los tiernos labios de Kerana.
Sabe que el dios del bien
lo desnuda por las noches.
El bien y el mal combate inician,
seis días pelean, el séptimo
Angatupyry yace, y el mal,
ha ganado su bendita batalla.
Un abrazo de crepúsculos
en la aurora del monte acercan
la bella y la bestia.
Mares del deseo encrespan,
el verdadero rostro lavan con furia,
y, el horror el terror desprenden
debajo, entre secas grietas.
Tau la aferra y con ella huye.
La fuente de placer, yace, rogando.
Tau la agota, exprime en fuertes gruñidos
-los del mal, las tinieblas-.
Arasy maldice desde lo alto
todos los frutos por venir
del salvajismo, la fuerza, el deshonor
que el mal en el bien conciba.

***







SIETE LUNAS, SIETE HIJOS, SIETE CABRITAS

La maldición de Arasy
en el tierno vientre monstruos engendra:
siete bestias para la bella flor de Areguá.
Teju Jagua siete cabezas tiene,
de perro las cabezas son,
sus ojos escupen llamas hirvientes,
evapora el agua, la sangre, la savia,
calcina las plantas, frutos, los seres.
Sabio, Tupa, su ferocidad decide aplacar:
de frutas y miel se alimentará.
Horribles graznidos
Mbói Tui lanza,
sierpe, cabeza de loro,
escamas veteadas en el cuerpo,
rondando esteros en humedad vive,
roja muy roja la bífida lengua
el protector de anfibios sacude.
Moñai es una serpiente
con dos cuernos rectos
del aire señor, los campos domina,
protector de robos,
de árboles se descuelga.
Jasy Jaterete es el cuarto:
niño de cabellos hilos de oro,
áureo bastón asido a su mano derecha
con él al mundo vino.
Aparece y desaparece por él,
es el duende de la siesta,
a las niñas desobedientes
que salen solas de sus casas, posee.
Domina las abejas que su miel donan,
a Teju Jagua al escondrijo,
dulces restos de néctar alcanza.
Kurupi, miembro viril lleva
a la cintura enrollado,
aterroriza a las jóvenes:
mujer que viola, mujer que mata.
A las vírgenes, encintas las devuelve,
listas para parir a los siete meses,
hijos que morirán a los siete días.
No abandona la selva espesa:
sus animales le pertenecen.
Ao Ao se reproduce solo,
la carne humana es su alimento,
el hombre que al pindo(*) se trepa
¡sólo ese se salvará!,
porque el pindo tiene hechizo
para frenar la locura de Ao Ao
-que siendo cuadrúpedo
en dos patas ataca-.
Cabeza de oso sobre cuerpo de oveja.
Y el séptimo que parió la bella
desentierra cadáveres humanos,
y de ellos saborea la putridez,
contrahecho con cabeza de perro,
orejas pequeñas la muerte oyen.
Su nombre es Luiso.
Cuando la luna llena
su cara pálida en los ríos enjuaga
Luiso trepa por grises lápidas.
*-palmera
Lastimeros aullidos acribillan la noche.
Llora la bella Kerana
¡ha parido siete monstruos!
en sueños llora los fúnebres días...
Tau le ha tejido a la bella flor
por cada pétalo un manto de espinas.
Semillas del mal
germinaron en las buenas entrañas.
***
Tupa ha impuesto un sacrificio
-así lo ha aceptado Tume Arandu-
el destino de Areguá en Porasy reposa.
Hasta la gruta de Moñai
-en el alma los cantos de Yraséma-
la valiente apresura el paso.
Con la selva oscura por talismán
en silencio las pisadas gritan.
Ante sí, ¡allí! la maldita gruta...
Los dolores, el infierno,
que por siete monstruos la aldea sufre,
fantasmales dudas, el temor, ahuyentan.
La envuelven pútridos vapores
develados en la penumbra por dos cuernos
-es Moñai que despierta
encendiendo las tinieblas-.
Porasy comienza la actuación,
que en las páginas del pueblo
será siempre titular de gloria.
Sagrada comedia improvisa.
Al monstruo confiesa
un amor sincero. Adula de él
de sus hazañas agilidades y grandeza.
Una condición la futura inmolada pone:
antes de ser suya,
a sus hermanos quiere conocer.
A Teju Jagua la deformidad
en su cueva lo mantiene aislado,
hacia allá irán los novios.
Él va arrastrándose bajo el sol.
Ella va deshilvanando lluvias y primaveras.
En la cueva el asco la retuerce,
beben chicha los siete engendros malignos,
el alcohol los duerme.
La tribu, afuera, aguarda la señal.
Moñai siente la piedra
que la cueva sellará:
la traición de su amada descubre.
A Porasy envuelve
su cuerpo helado de serpiente,
juntos por el suelo se arrastran.
La bella suplica, grita
¡que la entrada cierren!:
su muerte será ofrenda para Areguá.
El fuego por el cerro corre
lenguas ardientes despeinan la luna.
Aullidos monstruosos que ascienden
al crepitante infierno descienden.
Prodigiosos cantos escapan,
de la que manantiales de rocío
en el vestido deslizaba,
es el alma de Porasy blanca paloma
que herida heridas curando va.
El fuego nuevo va disolviéndose en el tiempo.
Nueva estrella parió la aurora de Areguá:
es Mbya Kofi, para siempre
de las mañanas el brillo más temprano
-Porasy en traje de galas y luces.-
Siete días ardieron los monstruos,
sus espíritus en la hoguera purificando.
Los siete monstruos siete estrellitas son:
las siete cabritas que en las noches
el pasto del cielo van recortando.

***







EL REGRESO DEL MAL
Violencia, riñas, disputas,
detrás de su mantilla vuelca
en la bella tierra de Tupá
el regreso de Tau.
El dios bueno gime en las alturas,
de penas acongojado llora,
un almácigo de podredumbres
en su paraíso, sin medidas, crece.
La sangre de los hermanos
va conformando largos ríos rojos.
Un castigo ejemplar impondrá.


El mundo comienza a temblar.
Furia. Miedo. Volcanes desatados.
Las señales del cielo
entierran cobijos prometidos,
inmerecidos, traicionados, ultrajados.
El fuego los seres va tragando,
llena su garganta de piedra
de agudos gritos, estertores.
Sedientas llamaradas
se beben a sorbos enormes la savia
y dos mandíbulas de fuego
mastican los prados oliva.
Llueven estrellas en las noches.
Las fieras lo devoran todo.
La hora de la súplica el hombre conoce,
los enemigos se ruegan perdones.
Arasy a tupa implora que aplaque
esos desastres, los castigos, la ira.
Pero, un dios, pena capital
no es decreto que aplace.
El Yporu se desparrama,
les mira, alcanza, calcina,
arranca del árbol hasta la raíz,
la lluvia en vapores calientes convierte,
su esqueleto amarillo en plena ebullición
se extiende por todo el horizonte.
Se estira, despereza, avanza otra vez...


El ygasuru (*) en el bosque
a Tume Arandu aguarda.
Regugio. Salvación. Esperanza.
Sabiduría de Tupa.
La sangre de los muertos
sobre el agua va resbalando
como el ygarusu sobre la nueva piel
el viejo cadáver telúrico.
Perlas negras, escuálidas,
*-embarcación
se desmantelan tomando rumbos
en las todas direcciones.
Ha caído otra noche.
La vida a galopes retorna promesas
en la ancha sonrisa del nuevo día,
de la lluvia el fin el gua’a predice.
El Yporu ya se ha cumplido.
Montan el silencio, el misterio
los jinetes escogidos por Tupa.
Sobre los cerros pocos animales
sus siluetas retuercen...
A los meses, nuevamente,
la tierra amanecerá paraísos.

***










EL URUTAU

El guerrero luce heridas en los brazos,
en el pecho las heridas guarda,
al tigre la piel le arrancó
despojando del animal la fiera.
Tibio presente que engalana
de su amada los hombros de café,
al sol torrados, como los músculos de él.
Ella, con hojas de ceibo rojas
la roja sangre detiene...
Uruti, bella princesa guaraní,
Jaguarainga, guerrero indomable,
bajo la sombra del lapacho
a las caricias crean vuelos.
Un odio ancestral los separa.
Un amor bello los une.
La hija del mburuvicha(*) guaraní
tiembla al sentir los pasos...
El guerrero presiente batalla...
A la niña se la llevan
hambrienta de ternuras,
empachada de vanos honores.
Sacrificios, ayunos, disciplina
a Uruti impondrán,
*-gran jefe

vestal del templo será:
para los hombres intocable.
De blanco a la ceremonia va,
la danza sagrada Uruti
en danza sensual convierte,
las caderas, los labios,
los torneados muslos,
los brazos de enredadera joven
en ricas cadencias se mecen.
Las vírgenes desconcertadas
del suelo la levantan cuando
de pasiones hambrienta, desmaya.
Arakare no entiende
¡su hija negándose a la castidad!.
Es que la niña de blanco
en el techo del templo
al indio vio, allá lo vio...
Tierno, dulce, tan bello.
Para él danzó
como sólo para él
hacerlo podría...
Los guardias también
al indio lo vieron:
desafiante, ofensivo, tan airoso.
Prisionero lo toman.
Manjares, vinos, mujeres
antes de la muerte
al indio le ofrecen.
Las vestales y Uruti
de adormideras rosadas,
de ninfeas azules el jugo,
a las mujeres dan y las duermen.
El altivo guerrero, liberado,
con la hermosa Uruti huye.
Los últimos abrazos
a los últimos besos dan morada..
Soldados guaraníes
de rencores armados al amor dan caza.
Uruti, la bella princesa,
a la boa será entregada:
fatal destino que el mburuvicha dicta.
Triturará su piel de terrón,
sus ojos de niña, su boca de fresa.
Romperá el bello cuerpo,
sus huesos uno a uno quebrará.
Un rugido las paredes hace temblar
¿la pitón que del augur los poderes tiene
a la niña estará devorando?.
Los guardias se asoman...
¡La serpiente en dos partida!
Cada pedazo golpea en el templo,
de sangre lo mancha
¡el soberbio prisionero guerrero
de las ataduras se liberó
y hacha en mano la serpiente partió!.
Arakare a Uruti la vida
-sin ser dueño- regala otra vez.
¡Al prisionero todo el castigo!
¡Mirad como su cabeza aplastan!,
su pobre muerto cuerpo
trozan y sus huesos tiran.
Forzada a contemplar la escena
Uruti lo maldice todo.
Nunca creyó del dolor
sentir aberrantes dimensiones,
la han salpicado gotas
de la amada sangre.
Ojampi, la madre
-antes que la locura
a su hija aprese-,
con la hermosa Uruti
huye para siempre de la aldea.
Arakare solo se queda
a vivir su ancianidad.
Los dioses en la soledad
el silencio de llanto visten
de lamentos largos de tristeza.
A la madre tronco seco la eternizan,
a la hija un pájaro nocturno:
Urutau, el ave que siempre llora...
Es que aún tiene sucias
de limpia sangre las plumas.
Arakare está muriendo
perseguido cada noche
por los terribles y fuertes lamentos.
Arakare ha muerto y en la muerte
sigue llorando, vivo, el urutau
con el canto de muertes y muertos
embriagado en lo alto del árbol.

***








LAS CORONAS DEL PARAGUAY
El Paraguay es el río de las coronas...
Y esas coronas son flores
Irupé el nombre de cada una
y cada una bebe ámbar en el centro
del lago que guardan
rosados colores al bordear los pétalos,
ancho y carnoso cada uno es.
Irupé es aquella virgen india
que su honor al indio negó.
A Chiru el indio ebrio
que una noche de ella se prendó.
Cantaba la tribu.
La tribu bailaba.
Las doncellas al ritual
cadencias, sonrisas, magia,
a los espectadores entregaban.
Y Chiru del baile de ella
-del alcohol prisionero-
loca pasión en su pecho agitó.
Se acercó, la acosó,
la niña a los montes huyó,
¡Tupa maldice a quien ose
a una sola virgen tocar!.
Junto al río arriba en la roca
tiembla la niña, el monte,
el talismán de la virginidad
sus manos aprietan...
El indio en el río, abajo,
-aún el dulzor en los labios
del vino de mandioca-
a la niña a la ciudad del oro
promete llevarla, el paraíso
soñado no mata el silencio
que la niña mantiene.
Chiru por la roca trepa...
El deseo domina sus ágiles piernas...
¡Salta la niña!
Las estrellas del río
de agua son, de agua el abrazo,
salta el indio detrás,
el cuerpo de la niña alcanza.
En la superficie de luceros
furioso Chiru descubre
que en sus anochecidas manos
una flor sonríe pura para siempre.
El remanso al indio ebrio
a profundidades empuja,
veleritos perfumados
navegan en la superficie.
La flor a los luceros volvió coronas,
así, ante el ardiente beso del sol
la sonrisa de brillos mantienen encendida,
por el Paraguay en el ámbar detenidos...

***









EL JURUNDA


En el remanso ojos negros
-pupilas de camalotes,
pestañas de junco-
desde el fondo se asoman,
el cielo que copian les pertenece,
a esos ojos, nada más, a esos ojos...
¡Que nadie se atreva a meterse delante!.
Si allí un desgraciado se cae
Iporá se pone furioso, y,
al fondo del río
del cabello arrastrado,
al fondo del río
en el barro lo entierra,
de ramas lo cubre,
las palabras le apaga.
Ya no regresará, ¡Iporá
cuerpos no devuelve!.
El indiecito desobediente
ante los consejos maternos
con astucia deduce:
los peces más grandes
en el remanso danzan.
Y él es un pescador
¿o mamá no se da cuenta?.
Los peces grandes
grandes pescadores buscan.
Al indiecito un día
su madre no lo encuentra.
De las orillas del río
hasta el remanso resbaló,
del tronco asido gira
en la corriente preso.
La madre al agua se arroja,
-¡no lo hagas madre,
por Yporá, no lo hagas!,
el remolino ante sus ojos
al fondo, al abismo, a la muerte,
en un abrazo terrible lleva.
Le corren lágrimas al osado,
al porfiado pescador,
antes de morir al río
la madre dio por el hijo
un torrente de lágrimas blancas.
Yporá al indiecito
del remanso violador
condena implacable:
plumas de colores
por piel llevará,
la vida entera peces perseguirá ,
tan grandes como cuando pescador era,
al agua pegaditas sus alas irán,
y los buenos pescadores
como él se creía, siempre lo perseguirán.
El indiecito ya no cantará,
graznidos su garganta
por todos los tiempos emitirá...
Como esos que ahora entona
del tronco al despegar el vuelo...
Un martín pescador tiene hambre,
por él su padre quedó sin esposa,
sus hermanitos solos en la humilde choza,
por eso ya no pesca con anzuelos
sino con el pico, el cuerpo, las alas...

***









LA HORA DEL ABRAZO

Chihy quiere borrar el llanto
de cara de su princesa,
la misma que el padre
al cacique famoso del Paraná,
olvidando la palabra
a Chihy dada, entregará.
Dos perros, la vieja paje,
la choza custodian:
dentro llora la princesa.
Amparado por duendes,
a las horas, con ella huye.
El monte calla.
La noche huye también
hasta descansar
y al día dejarle la cuna.
El sol despierta.
En bandadas los pájaros
en el cielo lejano se internan:
están rodeados.
Los pasos se acercan...
Besos de abanicos
dos bocas frescas unen,
los cazadores llegan:
el hombre se ha hecho árbol:
frondoso, robusto yvirapitá,
a su fuerte tronco
el frágil muembe se abraza,y,
por su cuerpo se trepa
y en la altura
el beso de brisas elevan.
La hora del abrazo
al amor va despertando.



***





EL CHAHA


Las muchachas
de arroyo en las orillas
con su agua lavan y ríen...
Todo es risa para ellas.
Jasy ha decidido bajar a la tierra,
con ella viene Mbyja.
En campesinas se convirtieron...
Dicen que viajan
en busca de sus padres
en los confines del monte.
Por el arroyo de lavanderas
su paso detienen,
sedientas las campesinas
a las lavanderas agua limpia piden.
Ríen -las lavanderas-,
aseguran que allí
nada la sed podrá calmar.
Siguen su ruta las campesinas.
Cansadas, con mucha sed.
Las lavanderas las llaman:
parecen arrepentidas;
ofrecen calabazas
de agua fresca, -suponen
las dos campesinas-.
Pero,¡llenas de espuma,
de espuma llenas estaban!.
La más pequeña, Mbyja,
llora de sed...
Ríen las lavanderas,
hasta el suelo sus carcajadas
arrodillan estruendosas.
Jasy mira al cielo:
el gua’a divino aparece,
un manantial les muestra
y un castigo a las lavanderas
que asustadas quieren huir
impone con autoridad.
De carne fofa,
como espuma de jabón
como la espuma
que en las calabazas había,
¡así el cuerpo les hizo,
aves las hizo!.
De dos en dos las juntó el gua’a
y por desatentas
los habitantes del monte
deberán vigilar por siempre.
La lavandera primera
que intentó decir “jaha”
con el susto dijo “chaha”
puso al ave su única palabra,
la única que avisa el peligro...
La única que su tortura
pronunciara en los umbrales
de pocas letras aburrida.


***


|
LA PALETA DEL NAHUEL HUAPI

¡Mira al Nahuel Huapi!
desprende del alma tus ojos...
Shompalué la superficie
con furia encrespa
cuando dolores, rotos,
al lago rompen la piel...
De loca pasión la enciende
en llamaradas azules, verdes,
acaricia con ternura las orillas,
a la amada Tierra hace el amor.
No enojes a Shompalué
que quiero al oleaje manso
sin turbulencias, niño mimado,
dedicarle los anillos de mi árbol
y en su cintura de nácar
mis manos de carne perder.
Me guiñan ojos las estrellas
la falda del cielo se mece
estampada en luciérnagas,
son ellas mis abuelos,
mi padre, mis amigos.
Cuando sonríen Nahuel sonríe.
Cuando lloran Nahuel llora.
Shompalué es amigo de las estrellas
y con el lago -con él concebido-
con él una aurora, juntos,
su largo viaje detendrán.

***






RUEGO A ZUPAY


Zupay, padre
que trajiste ofidios y batracios
a la cuna del planeta
y con arrullos su sueño velaste...
Zupay, padre
que a las serpientes preferiste
en aquella cruel batalla,
que por celo a tu amor nos llevó,
y en sus cadencias trepaste
arrastrándote con ellos.
Les regalaste magia, cataclismos,
para que al fin nos vencieran...
Héme aquí: tal tu castigo fue,
en la oscuridad de la caverna
dueño de la gota mísera
que en la piedra a veces, cae.
Libérame padre Zupay.
El viajero suplica permiso al sapo
que espera hace siglos que las aguas
la tierra invadan y de la cárcel
allá en la montaña lo arranquen.
El viajero sediento la piel reseca,
boca cuarteada talón rajado,
de rodillas ante el monstruo
con él comparte el ruego a Zupay.
Pero Zupay ya le condenó:
nadie su amor disputa
ni su amor es botín de guerra.

***

EN NOMBRE DE LA MADRE

¡Ingrato!, a Viracocha has desafiado,
impune tu maldad no quedará
yo, en nombre de la madre
al hijo daré castigo.
Perdiste las cabras y has mentido
por no gustarte el trabajo y jugar,
le dices a ella que aún no engordan.
La madre, papas y maíz cocido
para el hijo en la mesa viste,
para el hijo que su hambre, asegura,
con tales bocados no se sacía.
Las cabras, insiste, aún no engordan,
la madre llora necesita un animal.
Por amor al hijo
del brazo una tira de carne
al fuego hirviente cocina.
Y aún tiene hambre...
Ciego ante la sangre que del sagrado brazo
al vientre que alguna vez fue su morada
baña tibiamente en roja corriente.
Por eso yo, Viracocha,
de las alturas dios supremo,
te condeno y tan rojo como la sangre
soplará el viento como ejemplo.
Y el dios al hombre
al precipicio arrastró;
en las rocas del fondo
la furia divina a la piedra
de rojo ha teñido.
El viento enardecido
los campos hace temblar,
enredando la roja cabellera
va y viene Huiracocha
buscando muchachos
malos, desobedientes, injustos,
que a sus madres desangren.

***






DOS SILUETAS DE PLATA

Siempre en la misma roca
a orillas del lago hermoso,
dos macá plateados
contemplan al mundo
y en el mundo siguen,
por la bondad de Shompalué.
Que tan grande vio su amor.
Que tan grande fue su pena.
Que tan pequeños los enemigos
que al amor quisieron asesinar.
Que les salvó quitándoles los pies
y en su lugar les puso alas.
Shompalué regala otro atardecer,
paleta de colores piel del lago:
dos macá plateados
recuerdan lo que eran
y que hubieran sido si al amor
la renuncia el dios hubiese permitido.
Antes de la noche volarán,
¡otra vez volarán!;
para el indio hacia lo desconocido
para ellos, aves errantes,
hacia su nuevo punto de luz
donde pájaro fruto o flor
el amor siempre pueden vivir
y la forma es un accesorio,
porque amar es volcán de sentimientos.
No cabe en rectángulos o círculos,
alas, branquias ni razón.
Maitén y Collán en la costa
en el lugar donde el hombre
al pájaro dio paso,
por bendición del buen dios:
sus piquitos juntos,
el mismo horizonte admiran
escenario del amor fiel
que entre la luna y el sol perdura.

***







LA LAGUNA ENCANTADA

Chulpán ruega a los dioses
que la ayuden a cumplir su venganza.
Una cacica nada debe perdonar.
Enamorada de Cantimpán estaba.
Todavía lo está a pesar del rencor.
Cantimpán ha huido
de mano de la bella Elcha,
huyeron a la selva
entre ellos boda no quieren
sus padres, los dioses, la aldea.
Cantimpán y Elcha viven su amor,
fresco, vital, nuevecito.
Chulpán se ha convertido en lechuza
y a Elcha se le aparece de golpe,
cuando el espejo de la laguna
su bello rostro devolvía plácido.
Elcha se petrifica y estatua se vuelve.
Cantimpán no puede
sufrir un amor de muertes,
sus manos, sus ojos,
inmóvil el corazón de su amada.
A la laguna su cuerpo arroja
-¿para qué sirve ahora?-
y deja que el agua
se lo ahogue sin prisas...
Elcha en la estatua encerrada,
condenada a la eternidad
para ser custodia de su espejo,
se esfuerza, contornea, sacude,
derrite sus venas de arena
y en la laguna se rompen
las arterias de piedra...
Resbalan, recorren,
hasta encontrar a Cantimpán
en el fondo, esperándola.
Arriba, Culpan,
sigue siendo una lechuza,
ante la que todos huyen...
Roedores será su alimento,
por siempre ,en las cuevas
de soles prohibidos...
Asomando su maldita presencia
en oscuras noches fúnebres.

***






EL LETANETÁ DE LOS DIOSES

La sombra del urunday
oídos tiene y muy finos:
escucha los secretos amorosos
que la princesa toba
al indio mataco confiesa.
Calla el urunday
sabe que cosa prohibida es
la unión de matacos y tobas.
El urunday sabe
que los chacas(*) en los tobillos:
plumas de avestruz, fibras de chaguar,
semillas y piedras,
no podrán esta vez
protegerlos del mal.
Peleando por tierras,
un día cautiva
de los matacos en la tribu
se quedó la joven.
Las viejas el chisme
por los toldos pasean,
hasta que de la tribu
el Consejo se reúne,
medita, juzga, dicta sentencia.
Esa será
sacrificar la pareja
y al Bermejo arrojar
sus rojos corazones.
La tradición de la tribu
nadie puede romperla
sin pagar castigo.
El brujo a los jóvenes
el corazón arranca,
un segundo al sol brillan...
Allá: detrás de los barrancos
en las aguas turbulentas
*-amuletos para protegerse de espíritus malignos
dos corazones palpitan.
Pasan los días.
La tribu tiembla...
¡en el mismo lugar
dos corazones flotan!,
a la espalda el río rojizo corre...
Han desafiado la correntada,
la han derrotado en fiero combate,
el amor ha sido más fuerte,
juntos y frescos,
allí, al brujo desconciertan.
Los dioses han dicho no
al sacrificio impuesto.
Pestes, sequías, hambre
a la tribu vendrán.
Del agua los corazones
han sacado y quemado,
la burla a la tradición
de este modo se vengará.
Ahora sí...
Los brujos piensan...
¿Habrán los vientos
esparcidos las cenizas
por los caminos de tierra?
Los dioses no aceptan
del sacrificio la ofrenda.
¿Acaso el amor
no era supremo don?
Las cenizas se han hecho
de flores rojas un manojo,
de corazones un árbol,
de dos en dos salpican
el tronco, las ramas, los tallos
repletos de abundante savia...
La muerte al amor no pudo matarlo,
por eso los dioses
a los corazones de cenizas grises,
raíces de letanetá los germinaron
en las entrañas de la tierra
oscuras fértiles húmedas.
Para siempre al amor donaron,
un corazón tobaco,
un corazón mataco,
fundando una nueva alianza
entre los pueblos vecinos.

***







CASTIGO EJEMPLAR


-¡Crespín! ¡Crespín!
Crespín... ¿Dónde estás?
¿No te basta verme vagar
por las extensiones áridas?
Muerta en vida
tu dulce nombre invocando...
Crespín, en medio del baile
con un amigo en lucha
te batiste y malherido saliste.
Yo bailaba felizmente
por eso dije:
-ya habrá tiempo para curarlo.
Y ,luego seguí bailando,
¡qué mala fui!.
Ante tu amor,
mi risa; la fiesta no se detuvo.
Al confesar tu muerte el emisario:
“ya habrá tiempo para llorar”
¡esa maldad mi boca llegó a decir!.
Y fui a buscarte y ya no estabas,
vago en la selva ¡tenme piedad!.
Sólo tu nombre van repitiendo
los verdes trigales que ante mis gritos
sus delgados tallos hieren
para yacer inclinados al árido suelo.
¡Crespín, Crespín! te llamo
y no me escuchas y no contestas.
Ya ves: me han brotado alas,
por piedad o castigo, no lo sé,
los dioses y sus designios
a veces el hombre no comprende.
¡Crespín, Crespín! cansada estoy
de oír mi propio canto triste
y descubrir en las miradas
lástima por este destino
-recorrer llorando la tierra gris-,
que una noche de baile y fiesta
por mi desprecio me lo gané.

***










DESTINO: EL MÁS ALLÁ

Al pie de la araucaria
el indio llora su cruel destino.
Al país de las sombras
el hechicero envió a su amada.
Un conjuro maldito bastó.
Sus ojos pardos se cerraron
escondiendo pálidos lagos.
Cuando muere la esposa
con ella el esposo debe partir,buscar la muerte,
acompañarla,mudarse juntos a tierra de los muertos.
El indio bravo era:
luchaba con fieras y las vencía,
luchaba con hombres y los vencía...
Hasta las mujeres
para el esposo muerto
la muerte obtienen.
-¡Cobarde!-, se repetía,
¡una y mil veces vil cobarde!.
Él sólo su llanto amargo
a la raíz del árbol puede donar.
Debajo de la sombra
el cadáver de la mujer descansa,
del cansancio, la tristeza, la maldad.
Debajo de la sombrael alma de la mujer solloza,
de soledad, de miedo y frío.
¡Dioses, dadme la muerte,
se los suplico!
Caza daré, para vosotros,
al animal más fiero,tributos, ofrendas,¡mi vida!.
De rodillas el indio gimese arrastra, sus cabellos
a los vientos va soltando.
Noches enteras. Auroras claras.
De rodillas un indio gime.
¡Dioses, dadme la muerte,
se los suplico!.
Y uno de ellos por piedad
el alma de la mujer envía,blanca silueta de nieve...Un esposo pide perdón
y camina detrás del alma
los dioses lo han permitido.
Retumban graves los truenos,
alumbran relámpagos de plata.
Un alma y un indio trepan montañas.
Él con los pies en la tierra...
Ella con los ojos en el cielo...
Los desfiladeros van atravesando
un alma y un indio
rumbo al más allá...
Ella está muerta.
Él está vivo.
Estrechas miradas naufragan
en un ancho mar de silencios.
Tres canoas los llevarán:
son las que guían
a los muertos a morada nueva.
El anciano al alma recrimina:
hace días debió llegar.
El olor a vida que el indio destila
al anciano el estómago retuerce.
Cuentan la verdad,
un temporal de furiaen la voz,
los gestos, las manos el anciano desata,
¿un vivo en el reino de los muertos?.
¡Los dioses no lo perdonarán!.
Purificarlo deberá:
al indio con paciencia extirpa
las muchas miserias humanas
que nomás se mueve, desparrama,
que al alma han contaminado.
En la laguna mojados abrazosle envuelven,
lavan,limpian, enjuagan. Sanan.
Sin comidas. Sin bebidas.
Al más allá, puro, se va.
Cumplida luego la cuarentena,
sin darse cuenta el indio,
el premio ha recibido:
la muerte ahogada de palabras,
sin siquiera despertarlo,ha llegado sabia y serena.
En la canoa van tres seres,
tres almas luminosas
por el lago mortal
las siluetas encendiendo.
El más allá de abrazos
en su lejanía los aguarda.
En el pie de la araucaria
un indio inmóvil está,
sus lágrimas, hoy, de savia,
comienzan entre suspiros
largos viajes de verdes senderos.
La paz puentes tiende.
Un indio tiene los ojosen el suelo fijos,
endurecidos,
en aquellas raícesque se volvieron cielo:
pasaporte al infinito
en la oficina de los dioses
sentencia autorizada.



CANTO A LA PACHAMAMA


Madre del universo,
del mundo, el tiempo,
y todos los lugares
en tí, estoy, estamos.
Fuimos, vinimos...
Iremos y vendremos...
Curas dolores,
nos regalas estaciones
templadas, frías, calientes...
Lo fecundas todo:
te vuelves espiga,
pimpollo, fruto...
Comida cocida
en la olla de barro he enterrado
-que tus entrañas alimenten
terrones y negras raíces-,
coca, yicta, alcohol, y vino
para vos Pachamama
en tu seno derramo,
cigarros y chicha,
las llamas lana me regalan
por ello cordones de hilo
blancos y negros llevo atados
en tobillos, muñecas y cuello.
No me abandones, no me castigues,
dale a mis hijos frutos maduros,
agua fresca, tiempo bueno,
madre Tierra que todo engendras.
De ti nacimos, en ti morimos.
No me abandones, no me castigues
mi muerte deja florecer mañana
que rosa de mayo un día quiero ser.
Pachamama, rosita de mayo,
¡no lo olvides!, déjame ser...

***
|
LABERINTOS MAYAS
17:37 | Author:

EL EXODO DE CHICHÉN-ITZÁ



Blanca Flor,
bella entre las bellas
rayo de luna en los pétalos,
besos del aire perfumados.
Princesa maya
que a los caminantes
con agua fresca la sed secaba,
libertaba pájaros,
con mirarlos ¡sólo con mirarlos!.
Orgullo del reino.
En Chichén Itzá con quince
del atractivo viril Canek
sintió enamorarse el corazón.
Príncipe al que coronan reyes
del alma la princesa la joya es.
Aseguran que está a Ulil
prometida la bella flor,
los emisarios de Numac-Col
y los del mismo Ulil
que a la boda le invitan.
El brujo aconseja:
-no te la dejes quitar
que es a ti a quien ama-.
Ha hablado con sabiduría.
Se levantan palacios:
la historia en paredes pintadas,
para Ulil y la princesa...
Danzas sagradas festejan
las perlas que los ojos en Blanca,
-flor mustia se deshoja-
lloran opacando blancas aureolas.
El hijo de Serpiente Negra:
el gran Canek, invitado de honor
tarda demasiado en llegar...
Duerme y despierta
una y otra vez el sol,
obsequian a los novios
tapices tejidos con pedrerías,
ciervos cubiertos de joyas,
plumas de quetzal, oro,
tortugas gigantes,
pájaros de raros colores,
un libro del destino
al que una página le falta...
La definitiva, la que regirá
de su gente el futuro.
Las antorchas de tres lunas
la tierra han palidecido.
La ceremonia comienza.
Hasta que gritos itzaes
destejen el amor forzado
y Canek rapta a su amada,
arreboladas las mejillas
de amor trémulos huyen.
Mayapán y Uxhal
la afrenta vengarán:
¡el rey intruso pagará ofensa
con la muerte!, ¡con la muerte debe
la deuda que la vida asumió!.
El orgullo no quiere, no puede
al amor concederle treguas.
Y al amor doblegar la consigna...
No podrán: ¡vedlos!:
Canek y Blanca, dos reyes,
el éxodo del pueblo inician.
Chichén-Itzá vacía muda
deja en el seno fértil
de Yucatán la tibieza.
Fuerzas de Ulil
arrasan la tierra dolorida
y la afrenta el silencio contiene.
Canek y Blanca,
la bella entre las bellas,
del destierro voluntario
con su gente a la espalda,
del pasado de luto el entierro,
el amor cargado en la frente
dispara en la batalla que no fue
blancas alas heridas de palomas
que en la huella nueva
aromas de antiguos vuelos pierden.

***
|
LABERINTOS ANDINOS
17:38 | Author:
ESCULTORES DE CRISTAL

Tinguirica, quiero un pedido
con voz de violeta implorarte.
Tú eres el dueño, el único,
de los valles encantados
de misterio empachados.
En el tronco con paciencia tallas
sendos palacios de ventanas
que con cristal cortinas pulen.
Ha eternizado tu cincel
ángeles y fantasmas, quietecitos;
con la savia los dormiste.
Tinguirica, enanito artista,
sal de la montaña, la caverna deja.
Ríen las flores embrujadas,
corolitas de hadas,
clama el fragor de los truenos,
blancos unicornios huyen.
Dibújame en el árbol
-a cuyos pies el indio
que una noche amor me juró
la sangre en sus raíces derramó-
el rostro amado dibújame
¡que el mármol se vuelva madera!.
Tinguirica, amigo,
píntale nubes y cielo
ríos y pilagás.
Bajo la araucaria te espero
no te demores, escultor de cristal.
Si la muerte decide llevarme,
su rostro de nueva madera
riega con mi última mojada lágrima...


EL DUENDE MALDITO


Trepa la quilineja
-escoba ,soga ,se hace-.
El trauco el sombrero,
el traje de quilineja lleva.
Hombrecillo del bosque
pequeño, grotesco,
de contrahecho cuerpo,
sonrisa diabólica,
en el pahueldún enredado,
desde la altura en troncos
de tiques y tepas,
a los hombres observa.
Y cuando el trauco
a los hombres mira
les tuerce la boca,
el cuello :los enferma.
Los deja mudos,
les arroja aires malditos,
les llena la cara de pústulas
y la piel de yagas les cubre.
A los niños, los animales
el duende los quiebra.
Adora de murta los matorrales,
come frutos silvestres
palos podridos,verduras de campo.
Hachita de piedrajamás le abandona.
Si en sueños llega,
en la mañana despierta
veinticinco males
el que durmió la noche.
Terror inspira en las mujeres:
el trauco las quiere vírgenes.
Y se las elige y se las lleva.
Preñadas las devuelve.
Las madres le culpan
de la deshonra de sus hijas.
-Ha sido el trauco
-dicen-¡el trauco ha sido!.
Perverso terrible,
portador de lujurias
espantosas, horribles.
El monstruo se olvida
de ser monstruo a veces:
contar granos de arena
su hobby preferido es,
olvida las víctimas
por el pasatiempo.
Por ello las madres
de niñas vírgenes
sobre la mesa en las noches
dejan un buen puñado
de granos pequeños.
El hombrecillo embobado,
cuenta que cuenta
y mientras que cuenta,
los bajos instintos olvida.
Los machituneros
piden piedras blancas,
coloradas del bajamar,
una piedra de cada punta
formada en la playa,
cuatro son,
agua de mar en viento sur,
de la cresta de tres olas grandes
que juntas siempre aparezcan.
Dos o tres plantas
caldean las piedras
como si curanto fuera,
regada el agua de mar
las ramas y esas cenizas
en cuatro costados
se desparrama y en el centro
bien enterrada se queda
una de las piedras coloradas:
el trauco allí no volverá.
|
LABERINTOS AZTECAS
17:41 | Author:
CADA AURORA EN GUERRA

Coaticlue, diosa de la Tierra,
madre de la Luna y las estrellas
en la sierra su penitencia cumple.
Barriendo un día, muy esmerada,
hasta ella una liviana pluma
en suave vuelo desciende
y en el suelo el viaje sutil detiene.
En su seno a la extranjera
Coatlicue esconde con amor.
Cuando quiso tomarla
ya no estaba
y embarazada se sintió
de aquel que siendo dios
podía y hacía lo que quería...
Cuando lo supo la luna
a las estrellas incitó
a matar a su madre.
Llora Coatlicue, llora...
Desde el seno
dulce murmullo le habla.
Son sus palabrascascabeles de plata.
Las estrellas, la luna
comienzan a armarse.
En el momento del sacrificio
nace Huitzilopochtli.
¡Al mundo llega armado!,
con la serpiente de fuego
a la luna despedazó
matando a muchas estrellas.
Por los aires volabande calor derretidas.
Así morían las estrellasque de celos ante el hermanono deseado,
siempre odiado,cayendo derrotadas,dando tumbos,
por aquel que nació armado.
Por eso cada día
cuando nace el sol,
joven guerrero,
el águila ojos de turquesa,
que las entrañas de Coatlicue
al universo parieron,
serpiente llamarada
nuevo combate comienza
con su hermana luna
y el rayo solar,
la obliga a huir
para a los hombres
otro día regalar.
***

¡FRENAD LA SANGRE!

¡Oh, Coatlicue, tú que has parido dioses,
señora de la falda de serpientes,
oh, tú que hombres o dioses les amamantaste!.
Tu pecho collar de manos y corazones resguarda.
Madre protectora de la tierra mía,
a tí acudo de rodillas, ¡vedme aquí!.
Como madre, de una madre el dolor conoces...
Mi hijo, mi niño bonito, el más dulce,
el que para ti las más ricas telas pinta,
¡a él han elegido para llevarlo al monte!.
No reniego, madre grandiosa, de atlcahualo(*),
no alcanzan los cautivos-juró El Tlaotani-...


¡De nuestra sangre, madre, le ha escogido!
Dicen que es buen símbolo su llanto,
que mucho lloverá, entonces,
finamente ataviado con su corazón
dando fuertes golpes en la litera
camino a las sagradas rocas del monte va...
¡Rumbo al martirio mi hijo va
coronado por delicadas pedrerías!
¡Es un niño! Altar y tumba le esperan
en la edad de los juegos, madre,
Ha hecho una canoa, madre,
para pasear aztecas bonitas
bajo las lunas de Tenochtitlán...
Pero no entonará canciones
ni rondará flores de nopal...


¡Honra y sangre claman
Tlaloques, Chalchiuhtilicue y Quetzalcóatl
en la soberbia de los quequetzalcoa! (**)...
Sus cabellos no pueden peinarse,
empachados de sangre humana
en rojos abrazos se pegan...
¡Coatlicue!
¡Frenad el cauce de sangre!
¡Frenad el cauce de lágrimas!

Serpiente Emplumada no quería
más sacrificios no quería,
por eso el Gran Lago se lo llevó...
¡Ah, si él regresara ahora mismo!...

Ay, mi niño va llorando
la lluvia que la tierra vomite
no será, madre, su perlado llanto.
¿Por qué quieren arrancar
de su corazoncito la blanca atl(***)?
¡Devuélvemelo, Coatlicue!.
¡Niega a tu hijo este indigno placer!Si es tan dulce el néctar, el agua,
la savia del tallo, el jugo del fruto.

¿Por qué “el que hace brotar”
con torrentes de sangre inocente
los hondos cauces de rojo tiñe?
¡Romperán sus palos las alcancías
con sangre o sin sangre, madre!...


¡Ay, cómo llora el niño!
¡Ay, que el niño sigue llorando!






Los sacerdotes, noches negras en los tilmantlis(****)llevan...
Las vuelcan en las aguas, oscuras y amargas, con un fatal tajo de obsidiana...
El corazón dan a los dioses que en casta de privilegio les alimentan...
Lloran los cielos al rato, no de agradecimiento,
lloran de llanto doloroso,
porque son sabios: tanta muerte acabará matándolos...


***
*-mes en que los aztecas honraban las divinidades pluviales
**- sacerdotes principales
***-agua
****-mantos







PORFIADA MUERTE

“... y aquel lugar es para todos y es muy ancho”...
(Fray Bernardino de Sahagún)
Demasiados intentos, mujer...

*-negra indumentaria de los sacerdotes


De enfermedad tu marido morirá...
El horóscopo lo confirmaba...
He quitado la saeta encantada del cuerpo,
de las ciénagas profundas los dioses
una piedra muy mala le enviaron.
Alas de cuauhtli(*), cabellos, tabaco,
conchas, semillas y tallos, nada le sana...
El oloiuhqui(**) no le hace hablar, mujer,
mis hierbas, maderas y raíces le despiden...
A-toch-ietl(***) ha inhalado. No veo su piedra...
Hemos hundido filos de obsidiana,
recorrido una a una sus vértebras...
Él sabe, que no puede detener a la muerte...
Ya nos abandonará: rechinan sus dientes,
balbucea palabras que nada dicen...
Madera de pino macerada en agua
¡esa es! ungiré su pecho, huesos de lobo
para punzar su piel...
El brujo echa humo fumando,
al cuerpo del muerto la nube gris envuelve,
en la boca el verde jade sonríe apaga el corazón.
La india bien lavaditas las ropas le pone,
le da vueltas en telas, lo sienta,
las rodillas al mentón pega,
*-águila
**-narcótico de la familia de la belladona
***-planta que se inhalaba
al flamante fardo tantas cuerdas alrededor
le hilvanan la nueva muerte...
“¿A dónde podré ir?
¿A dónde podré ir?”
el pobre muerto envuelto
se pregunta en la funeraria micacuicatl(*)...
Su abrazo el Mictlan le tiende,
en bandeja de estrellas el descanso le ofrece,
al mágico desafiador que triunfe
sobre los Señores que la muerte trajeron...

***







MICTLAN

El alma del muerto por enfermedad tiembla,
no le salvan honores, dineros, de su destino...
Sus cuerpos, dolientes de amuletos cubren.
El Mictlan es igual para todos:
el Chignahauapan, caudaloso río,
aguarda al alma y al perro bermejo.
*-canción funeraria

Allí donde las montañas se juntan,
entre ellas, el alma, debe pasar,
desafiando el peligroso filo de obsidiana
que la tercer montaña toda filo es...
Finas navajas que el viento helado
De obsidiana talla paralas almas en vuelo herir,
Cuarto paso de peligros.
Y más pruebas, banderas, flechas,
fieras hambrientas de corazones
darán paso a los estrechos entre piedras...
Chignauhmictlan: noveno puente mágico,
los dioses cobran sus apuestas
según por el infierno, el cielo,
al alma hayan apostadogranos de cacao,
de quetzal bellas plumas...
***











SI QUIERES IR A LA CASA DEL SOL...


Deberás morir como guerrero,
si quieres ir a la Casa del Sol...
Combatir por los dioses,
recoger tributos para nuestro Rey,
honrar la casta de sacerdotes;
matando a muchos, a muchos...
Sí, manejar el maquahuitl(*),
las mazas, el hacha de guerra,
tlautollis(**), flechas y mitl(***),
con destreza luchar...
Si quieres ir a la casa del Sol...
Sí, azteca, la yaoyotl(****) sagrada
nos llevará al Sol,
con él viviremos en su paraíso.
Desde que camina el mundo
debemos capturar prisioneros
cosecha fértil de rojos corazones
desea el Hechicero Pájaro Mosca...
*-espada corta de madera con dientes de obsidiana
**-arco
***-jabalina
****-guerra

Al poder, al imperio, la vida
los muertos aumentan.
¡Caballeros Águilas,
caballeros Jaguar,
oh, Señor de la Guerra
que luces del quetzal las plumas,
Huitzilopochtli a la guerra llama!.
Sonaremos caracolas y pitos de hueso,
aullaremos como manadas de lobos
sedientas de sangre en la noche,
nuestras espadas, madera y obsidiana,
en el enemigo clavaremos,
la rendiciones llegarán pronto...
Si quieres ir a la Casa del Sol...
Moriremos en la guerra,
hoy no, quizás mañana,
entonces, directo al sol iremos
-así lo aseguran los quequetzalcoa,
así está escrito en nuestros libros-,
con el Sol tendremos deleites,
continuos serán los placeres,
beberemos el zumo de todas
las hermosas flores y los dulces frutos,
jamás tendremos tristeza o dolor,
¡qué muerte bella la del guerrero!.
Si quieres ir a la Casa del Sol...
Y, luego, de cuatro años vividos
en los jardines de Tonatiuhichan
nuestras almas por fin
colibríes serán, y otras aves.
Vendremos a la tierra,
de néctar alimentaremos
los delicados nuevos cuerpos.
Nadaremos en el cielo
sobre corazones de flores.
Con la guerra el Sol
Seguirá brillando en lo alto,con la guerra a nuestra vida
¡jamás hombre alguno pondrá fin!.

***













EMPERADOR DE LA SOLEDAD

¡Qué estado terrible el de la soledad!
No está Huitzilopochtli, mi madre Coatlicue,
Xipe de mi piel no hizo primaveras...
No están mis dioses, tampoco hay otros...
Un silencio envuelve “al que habla”.
¿A quién rinden tributo las trescientas
y tantas ciudades que a mi poder se rindieron?
Vasallos de mi honor, antepasados,
sabiduría, coraje.
Mis fieles guerreros, la Casa del Sol,
¿dónde están?, ¿dónde está el suelo
que los hombres a mi paso besaban?
Mis enanos, mis bufones...
Los millares de esclavos,
mis ajorcas de oro, las esmeraldas.
El humo, el tabaco en los dorados tubos...
¿Dónde mis centenas de mujeres?
Todas las fiestas, monumentos,la bella Tenochtitlán de canoas,
acequias, chinampas y música.
Grande fue mi reino, ¡extraordinario!.


De mis quetzales, mis joyas
sus brillos recuerdo.
¡Y mis manjares! Tantos muertos
tantos corazones de guerreros ofrecidos,
y héme aquí, prisionero del espacio.
Tiempo.Temor.Soledad.
Quiénes por mí la vida daban
el vacío inerte me han legado.
Héme aquí derrotado, viendo los hombres
que un día por teules(*) tomé, viéndolo todo
más solo, inmensamente solo.
Del templo, mis calendarios, nada ha quedado...
Los negros tilmantlis de los sacerdotes
oscurecen más esta noche eterna...
Me persiguen, me condenan,
mi estupidez y mi ignorancia coronaron.
He sido un monarca vencido
por vanos sacerdotes, por inútiles ritos...
Mi carne agujas de maguey perforaron,
echó una y otra vez taxcaltiliztli,(**)
todo y todos al radiante Sol dí,
en cambio, él en las tinieblas
al más grande monarca ha sumergido.
*-dioses
**-sangre

SALIDA DEL LABERINTO

Un azteca, un guaraní,
el inca, el maya,
y tantos otros
que ya no están...
Todos los indígenas,
los que nos quedan
donde estén y quiénes sean
de la mano tomados van.
Huérfanos de dioses,
plegarias, luces y derechos.
-¡Son indígenas y basta!-
dicen, basta para
usurparlos,desarmarlos,romperlos.
Sus tierras quitan.
Sus genes manipulan.
¿Qué vale un indio?
¡pregonan sin vergüenza
aquellos que vergüenza no conocen!.
Malos. Buenos.
Como los blancos son.
Antes de la rueda,
la pólvora, el ordenador,
ya estaban,
con sus oraciones,
yuyitos y supersticiones.
Ya estaban cuidándonos la tierra.
Un mundo nos dieron.
¡El que vamos quitándole!.
¿Qué tal si los vemos
como joya carísima en extinción?
¿Qué tal si los vemos
con los ojos
que a nuestros hijos
en cálida mirada sumergimos?
¿Qué tal si con ellos
compartimos nuestras buenas horas?
¡Tantas veces esclavos!
de sus jefes, reyes,
caciques, sacerdotes, leyes...
que en el blanco abusador
no encuentran diferencia.
Por los indígenas sometidos
a los suyos, y, a los otros,
perdidos en idénticos laberintos
los seres del universo vamos,
pasado presente futuro
en la misma pendiente resbalando.
Cambiando accesorios
manteniendo el mismo escenario
que a la historia le impide
mudarse con ropas nuevas.
Seguimos combatiendo, juzgando,
Torturando.
Los dioses están ahí:
en el castigo, la sentencia, la gracia.
Siguen convirtiéndonos día a día,
en monstruos, ángeles,
objetos
que del ánima el aliento tienen.
¡Y estamos ciegos!, no lo vemos...
Quizá un indígena pudiera
del misterio, la niebla, el humo,
correr el velo para juntos
todos los hombres del mundo
¡de una vez y para siempre!
al hombre por hermano
-en el mismo hogar paridos-
adorar, respetar, conservar.














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SOLUCIÓN DEL LABERINTO
17:44 | Author:
¿Ha ubicado algún laberinto parecido al que padece?. Quizás decidirá no utilizar más sus oídos hasta que no lleguen los acordes que aguarda y cree que las promesas están hechas para cumplirlas, aunque el intento sea La Eterna Espera...
Alguno de los pecados de los hijos de Kerana ¿le es familiar?. Usted, como Arakare , ¿entregaría su hija a un reptil antes que al hombre que ama porque a usted no le agrada? observando como va convirtiéndose en un ser seco, estéril...
Acaso, ¿cree que no existe gente dispuesta a defender su honor con la vida como Irupé?.
¿Se ha enfrentado como el sapo en lucha cruel con sus hermanos por el favoritismo del jefe?. Y tú, muchacho: ¿no ves a tu madre darte su vida para satisfacer tus necesidades sin que asumas uno solo de tus deberes?.
Y tú, mujer: ¿no perdonas que el hombre que amas vaya detrás de otras faldas como Chulpán?...
¿Somos los corazones que las guerras cobran como tributo a un dios que nombran en vano? ¿Sacrificadores o sacrificados? ¿Somos los entregadores y capturadores de seres amigos -a los que alguien nos presenta como enemigos -para mantener sus privilegios, aún, más allá de la muerte?
Tantos laberintos para aprender los ardientes mapas y sugerir la puerta de salida...
Así fue al principio y parece que al final nos acercamos. No el final que corresponde, no la salida lógica y coherente sino la que las armas, odios, egoísmos, poder, dinero y discriminaciones nos traza.
¡El hombre! eterno vagabundo perdido en un laberinto de ecuaciones cuyas incógnitas no despejará porque aún no sabe cuándo, cómo y por dónde ingresó en él...
Aunque, si tuviera el conocimiento claro y preciso de el primero que llegó a la Tierra, el por qué, nada solucionaría, su carrera ha tomado un rumbo: destruirse y nada parece detenerlo. Perderse en el laberinto de la existencia y la conservación de la especie no tendrá fin, pues se necesitan hombres enteros para ello, no recortes hambrientos y sedientos implorando trabajo, pan, salud y vivienda por los adoquines del mundo. Deshechos porque los que pueden ayudar están puliendo los cuchillos de obsidiana para obtener un pedazo de jade más grande que el que tienen y les corresponde.
PREGUNTAS... DESORIENTACIÓN... TAL VEZ ES HORA DE MÁXIMO



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CONOCE EL DESTINO